sábado, 13 de marzo de 2010

Voto de opinión: un voto controversial.


En estos días en que por todas partes se promueve más la práctica democrática que la dictadura, aunque en los próximos cuatro años la dictadura no permita promover ninguna democracia, resulta de importancia considerar una diferencia existente al interior de los votantes. No consideraré en esta breve nota  a aquellos votantes que vendieron su voto, sino a dos tipos, que son los votantes paradigmáticos, el votante de opinión y el votante de pertenencia, por llamarlos de alguna manera.

El voto de opinión, es un voto que considera las propuestas de los diferentes candidatos y escoge la más afín a las creencias éticas y políticas de cada ciudadano o ciudadana. Este tipo de votantes, por lo general muy ilustrados y de clase media y media alta, considera las propuestas de los candidatos, así como su pasado político y sus antecedentes personales, y una que otra vez considera sus afinidades políticas. Con este tipo de votantes prospera la democracia representativa en el mundo liberal, y la sociedad se convence de haber participado en política. Con este tipo de votantes coinciden aquellos “políticos” que ven la política como una profesión y que consideran la necesidad de imponer controles éticos y legales muy estrictos a los parlamentarios o gobernantes.     

El voto de pertenencia, es un voto que considera que las propuestas de los candidatos del partido del que se hace parte, o donde se milita, son las más realistas y veraces, y por esa razón se considera que es mejor votar de acuerdo a las propuestas de dicho candidato que de acuerdo a lo que diga la razón o especulación sobre propuestas de las que no se sabe cómo se irán a desarrollar. Este tipo de voto tiene el problema de la posición acrítica sobre el candidato del partido en el cual se milita. Pero, a mi parecer es un problema menor si consideramos que con posterioridad a las elecciones los militantes del partido van a seguir de cerca las acciones de su candidato y en cierta medida ejercerán sobre él un control político. Además de esto, los votantes de pertenencia pueden apoyar a sus representantes en sacar adelante iniciativas políticas tanto por acuerdos previos con su partido como por solicitud del representante. Este tipo de votación promueve en alguna medida unas briznas de democracia participativa.


Ahora bien, en Colombia, en tanto que proyecto de nación multicultural no podemos esperar que funcione la democracia representativa, no al menos, por ahora. De manera que no es prudente votar por aquellos candidatos cuyas propuestas nos parecen buenas, pero a quienes desconocemos y con los cuales no queremos o no podemos volvernos a ver. Este país, más que otras democracias liberales requiere el voto de pertenencia, para arriesgarse a construir una propuesta política, responsable y de intereses  participativos. Espero que quien vote este domingo a conciencia lo haga con la firme intención de pasarse al voto de pertenencia y no para que dentro de unos meses ande olvidando por quién votó, o peor, ande quejándose de aquél a quien eligió. 

La democracia vs los derechos

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