Hace
un tiempo una campaña de la empresa Benetton revolcó el ya amplio debate sobre
la primacía de la libertad de expresión frente a las libertades individuales de
intimidad y de uso privilegiado de la imagen personal. Esta contradicción se da
en el marco de las libertades modernas y conlleva dos preguntas, la primera es
por el alcance de la libertad de expresión; la segunda, por el ámbito de la
intimidad. Yendo un poco al fondo de ambas libertades se encuentra un punto en
común: la no interferencia del Estado. Éste, en aquellos lugares donde se
garantizan impide que se censuren las opiniones de las personas sobre temas
relacionados con el accionar del Estado o sobre las costumbres de la sociedad
civil, asimismo se garantiza que el Estado liberal no intervendrá en la vida
privada de los ciudadanos, es decir, no utilizará su poder coercitivo para
imponer una determinada religión o posición política o cualquiera otra posición
omnicomprensiva.
El
conflicto entre estas dos libertades empieza a definirse por la intervención
positiva del Estado a favor de otras libertades individuales que se han visto
oprimidas por el ejercicio de la intimidad, a saber las libertades de las
mujeres y de los niños. Esto puede verse en el hecho de que el Estado ha pasado,
recientemente, a ejercer una serie amplia de protecciones sobre estos dos
sujetos de derecho. El Estado ha empezado a intervenir en la relación entre
marido y mujer y entre padres e hijos, desvirtuando las supuestas autoridades cuya
violencia ponía en peligro la vida misma de las mujeres y niños, y poniendo en
su reemplazo un régimen de compromisos y responsabilidades ante la sociedad.
El
ejercicio de la libertad de expresión también se ha visto limitado,
especialmente por la comisión de los delitos de injuria y calumnia.
Pero la
libertad de expresión no solo ha conocido sus límites sino que la expresión
misma ha crecido de una manera incontrolable y desproporcionada con el auge de
la tecnología y el crecimiento de la educación, de modo que hoy en día se
encuentran tantas imágenes y textos diversos sobre todos los temas, que se hace
impensable un control efectivo sobre los posibles abusos de tal libertad. Sin
embargo, la pregunta por lo que queda dentro del ámbito de la libertad de
expresión sigue abierta. Para ello, voy a ilustrar con un caso: una persona ha
comprado una nueva cámara fotográfica y ha empezado a fotografiar cada cosa que
le causa interés, es decir, tanto los edificios de las ciudades que recorre
como la presencia de personas en diversos escenarios, así como otras obras de
arte de las que presencia su exhibición e inclusive, aquella publicidad que le
genera curiosidad. Resulta que cada uno de estos ejemplos tiene o derechos de
autor o derechos como la privacidad o la intimidad. Fácilmente esta persona puede
exponer sus fotografías en un sitio web sin la menor complicación, disolviendo
con la misma facilidad los derechos a la intimidad y el derecho de autor en
caso de que tal publicación le produzca beneficios económicos.
Ahora bien, las
personas eventualmente perjudicadas podrían no enterarse nunca de su perjuicio,
e inclusive puede que ser el protagonista de una fotografía o un video no sea
en todo caso un perjuicio y por el contrario podría propiciar su
reconocimiento, o el de alguno de sus derechos e inclusive reincorporarle a la
legalidad dentro de la sociedad. Considero que la libertad de expresión no debe
limitarse en ningún caso, salvo por la autonomía moral de la persona que hace
uso de la misma. Si con tal uso sobrepasa e irrumpe contra los derechos de los
demás, la responsabilidad deberá ser asumida.
Para
concluir quiero esbozar un argumento en contra de la discusión sobre lalibertad de prensa, subsidiaria de la de expresión, propuesta por el grupo
insurgente de las FARC. No resulta consistente que en pleno siglo XXI y después
de tantos debates sobre el papel de los medios de comunicación en la sociedad
globalizada alguien piense que éstos pueden ser o deban ser completamente
imparciales. Los mass media sirven a
intereses particulares. Aunque en las facultades de comunicación se profese la
imparcialidad esta es casi imposible de lograr, basta con saber que un sujeto
sólo puede notar una parte de su realidad y de ella sólo puede reflejar una
parte aún más pequeña, sin importar lo brillante que pueda ser su memoria.
Asimismo una nación o un pueblo tampoco puede recordar toda su historia al
mismo tiempo ni con un sólo propósito.
La
información tiene propósitos políticos y económicos. ¿Regularla implicaría
cambiar sus propósitos o cambiar la información? Creo que el problema en
Colombia no está en la forma en la que los medios existentes informan, sino en
la escasez de medios, en el monopolio de los mismos, en las estrechas
relaciones entre los medios y los sectores económica y políticamente poderosos
existentes en el país. Este comportamiento cartelista es el más incómodo pero
su solución no se encuentra en limitar sino en ampliar, su solución no es restringir
la libertad de prensa o de expresión sino en ampliarla y extenderla hasta hacer
visibles aquellos aspectos de la realidad que pasan desapercibidos por gracia
del actual enfoque mediático. Y pues esto me trae de nuevo a mi punto de
partida, al conflicto entre la libertad de expresión y las demás libertades
civiles. Pienso que la libertad de expresión tiene cierto tipo de primacía
puesto que puede ayudar a proteger las demás libertades en gobiernos con
inclinaciones despóticas, y que el primer síntoma de un gobierno no adepto de
la libertad es algún tipo de constricción o replanteamiento de dichas
libertades.
“El poder arbitrario se nos impondría si no
tuviéramos el cuidado de evitar su progreso, y si no existiera un fácil método
de transmitir la alarma desde un extremo del reino al otro” David Hume, “De
la libertad de prensa” en Ensayos
morales, políticos y literarios Parte I
*La imagen fue tomada de http://www.filosofiadigital.com/?p=906 y expresa la concepción de Thomas Nagel sobre la imparcialidad.
*La imagen fue tomada de http://www.filosofiadigital.com/?p=906 y expresa la concepción de Thomas Nagel sobre la imparcialidad.
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